
Conversaciones con Ruslana, o la tragedia de volver
Ruslana es flaca, flaquísima. Nos encontramos con ella en la costanera de Dnipro. Mientras esperábamos di una vuelta y el olor a río me llevó
Ruslana es flaca, flaquísima. Nos encontramos con ella en la costanera de Dnipro. Mientras esperábamos di una vuelta y el olor a río me llevó
“Poco más de un siglo y doce mil kilómetros me separaban de la historia de mi familia”, pensaba a medida que el tren se acercaba
El cansancio nos pesaba y la falta de sueño nos hacía parpadear pesado pero en la ruta el que se duerme, pierde. El calor nos
Frenamos tan de golpe que me sacudí en mi asiento. Me debía de haber dormido, no recordaba en que momento había anochecido. El helado aire
La gente se apiñaba con expectación contra las cuerdas que dividían a los espectadores del camino por donde pasaría el desfile. El pálido sol de
Acabábamos de llegar a nuestro primer pueblo ruso, a nuestra primera parada en el largo camino del Tren Transiberiano. Nuestras mentes apenas habían tenido tiempo
Hacia frío y el viento helado me lastimaba los oídos, pero lo soportaba contento porque disfrutaba del aislamiento que me provocaba, y porque la noche